Retrato de Robert de Montesqiou
Autor: Bodoni - 1897
Medidas: Oleo - 116 x 82,5 cm.
Museo de Orsey - Paris
El Conde de Montesquiou es otro de los protagonistas del libro de Barnes El hombre de la bata roja. Existen varios retratos de él, pero el más conocido e interesante es éste que le realiza Boldini, pintor italiano afincado en París.
Boldini, al igual que ya hemos visto con Sargent, autor del retrato de doctor Pozzi fue un pintor de gran éxito en su tiempo y aunque vivió los nuevos movimientos pictóricos que comenzaron a surgir a finales del siglo XIX como el impresionismo, con el que más se identifica, lo que le dio fama y dinero fueron los sofisticados retratos de ricos burgueses, artistas y aristócratas. Son unos retratos que se convierten en etéreos, sobre todo cuando las que posan son hermosas mujeres. Con un refinamiento mayor que Sargent capta con gran virtuosismo a base de luz y movimiento, la frivolidad y elegancia de aquella sociedad decadente pero exquisita.
Al igual también que Sargent, admiró a Velázquez, a Goya y a Tiepolo a los que visitó en el Museo del Prado. El protagonista del retrato, el conde de Montesquiou, era un aristócrata culto, refinado, rico, sibarita y esteta, entre otras muchas facetas en consonancia con su personalidad. Todo esto lo convirtió en el protagonista por excelencia del decadentismo finisecular.
En 1908 adquiere a las afueras de París el Palais Rose que con su arquitectura versallesca emulaba el Gran Trianón y que amuebló en consonancia. Este palacio acogió grandes fiestas en las que el conde gastaba su fortuna. A su muerte, el Palais Rose pasó por varios propietarios y en la actualidad se encuentra a la venta por treinta y ocho millones de euros.
Es el retrato de Boldini el que mejor nos ha transmitido, no solo su personalidad, sino también sus rasgos físicos. Así lo representa de medio perfil, elegante, de modales exquisitos, trajeado a la última moda que el mismo marcaba, pues era un dandy de referencia. Con guantes blancos, complemento indispensable con cualquiera de sus atuendos al igual que el bastón que empuña, en este caso de porcelana azul, a juegos con los gemelos.
El resultado final es una obra de gran refinamiento, muy de acorde con el personaje.