La joven del pañuelo rojo (A moza do pano encarnado)
Autor: Fernando Alvarez de Sotomayor - 1917
Medidas: Oleo - 86 x 70 cm.
Colección Privada
Fernando Álvarez de Sotomayor (1875-1960) es un pintor de larga y prolífica carrera, que siempre se sustentó en una sólida formación academicista y en su profundo conocimiento de la pintura española, con una atención especial a Velázquez y el Barroco. Su pincel abarcó todos los géneros desde la pintura regionalista, que él denominaba cuadro de costumbres, al retrato pasando por la mitología o el paisaje. Su origen, las circunstancias familiares y el interés de la pintura regionalista en boga en aquel momento, lo van a unir a Galicia y a su arte.
Cuando Fernando Álvarez de Sotomayor abandona Galicia siendo un niño, todo parecía indicar que se había roto el vínculo con la tierra donde había nacido. Sin embargo, veinte años después diversos motivos familiares lo trajeron de nuevo a la tierra, dando origen a una relación que perduraría a lo largo de toda su vida. Esto aconteció en 1905 y será este el momento en que descubre el potencial que para la pintura encierra Galicia con sus paisajes, sus gentes con su original vestimenta y, sobre todo, el colorido de rojos y amarillos que lo acercan a esos rostros femeninos de pómulos encendidos como él los definía.
Pronto Sotomayor se convertirá en el pintor más demandado de regionalismo gallego, si bien en un primer momento, los nacionalistas quisieron ver en su obra un referente y lo miraron con cierta simpatía, con el paso del tiempo se fueron distanciando por considerar, coincidiendo con un sector de la crítica, que su obra respondía a una estética idealista que nada tenía que ver con la realidad gallega. A ello también sumaban el rechazo a la ideología del pintor muy ligada a los círculos del poder oficial.
A moza do pano encarnado es una de las obras más interesantes de su catálogo de temática gallega. Estrechamente vinculada a su otra obra Comida de boda en Bergantiños, pieza de referencia de la pintura regionalista gallega y coincidentes ambas en el tiempo y en el estilo.
El pintor representa a la moza de medio cuerpo mirando al espectador entre sorprendida y pícara, plasmando con maestría los rasgos étnicos de la mujer gallega que tanto le atraían. Esto le permite que, sin renunciar al idealismo que lo caracteriza, La moza no deje de ser una mujer de la tierra representada con prestancia, ajena a cualquier pesimismo y por tanto alejada del dolor y el sufrimiento. Rasgos estos últimos más valorados en aquel momento por considerarlos más acordes con la realidad que vivían las gentes de los pueblos gallegos.
En esta obra, desde un punto de vista compositivo, el pintor crea una imagen sólida y equilibrada al que suma un uso magistral del color rojo, alma de la composición que auxiliado por las flores del pañuelo, crea una trama colorista viva e interrumpida, sin degradación, por el negro del mantón lo que da lugar a un fuerte contraste entre ambos colores. En cuanto a la pincelada, teniendo en cuenta que Sotomayor en este tipo de pintura de género deja mayor libertad al pincel, se vuelve más larga y suelta para la camisa o las flores del pañuelo, mientras que otras con más empaste dan forma a un cielo luminoso.
Aunque Sotomayor era un retratista ya demandado en este momento, la Moza do pano encarnado no se puede interpretar como un verdadero retrato, ya que es una recreación que parte de un modelo, lo que no impide al pintor lograr una síntesis interesante entre la pintura de género, a la que da un tratamiento retratístico, y el retrato propiamente dicho.
Gallego Esperanza, M.,, Fernando Alvarez de Sotomayor Zaragoza en Arte Privada en Ourense, 2019.