San Rosendo en la escultura pública
Publicado en el Faro de Vigo (Ed. Ourense). 7-09-2014
En 1997 se conmemora el milenario del fallecimiento de San Rosendo. A partir de ese momento se despertó un interés tal por homenajearle que hizo que, en tan solo catorce años, se erigiesen en la provincia de Ourense cuatro monumentos en su honor.
La iniciativa en este tipo de homenajes corresponderá a Celanova, a la que tan estrechamente ligado estuvo San Rosendo, marcando en gran parte el devenir histórico, cultural y artístico de la villa, que hubiese sido muy diferente de no existir la figura del santo, el cual no dudó en renunciar al obispado de Mondoñedo y más tarde a la diócesis de Iría para retirarse al monasterio de San Salvador fundado por él. Aquí moriría en el año 997.
Así, entre las actividades programadas por la villa para conmemorar la efemérides, destaca la de erigirle una estatua y para ello se elige como escultor a Buciños. Este realiza una obra en bronce en torno a los dos metros y medio de altura que se coloca sobre un austero pedestal de granito rosa. San Rosendo se representa envuelto en una amplia capa rematada por una cenefa y su cabeza se cubre con la mitra y en su mano sujeta el báculo, ambos atributos episcopales. Desde el punto de vista artístico la obra está muy vinculada a la adaptación de nuevos conceptos explorados por el escultor que lo llevaran a nuevas formulaciones como la simplificación de formas y el rechazo de lo superfluo.
La inauguración del monumento se realizó en 1978 con gran solemnidad, siendo descubierto por el Secretario de Estado para la universidad y bendecido por el obispo de Ourense en presencia del arzobispo de Santiago. En la misa, durante la consagración, la banda municipal de Celanova interpretó el himno gallego, siendo la primera banda que lo hacía a pocas horas de estrenarse la preautonomía.
En los años de 1981,1985 y 1992 en Entrimo, Ourense y A Cela (Lovios) se erigen sendos monumentos dedicados a San Rosendo. Todos ellos se deben a la mano del escultor Xosé Cid, aunque de concepción y costes muy diferentes. En lo que sí coinciden los tres es que todos fueron promovidos por particulares. El de Entrimo surgió con motivo de la visita al monte Pedreiriño de un admirador del santo que se brindó a regalar una pequeña imagen de su propiedad para que fuera colocada en el lugar. Sus acompañantes se ofrecieron a hacer realidad la propuesta, pero pronto pensaron en una obra de mayor tamaño.
El San Rosendo de Ourense se hizo realidad por el trabajo llevado a cabo por una comisión de personas de la ciudad que recabaron los fondos necesarios, en torno a dos millones de pesetas, no teniendo por ello el ayuntamiento que desembolsar cantidad alguna. Esto no fue óbice para que existieran desacuerdos y opiniones encontradas sobre el emplazamiento de la obra por considerarla demasiado voluminosa para el lugar elegido.
El día de la inauguración Xoaquin Lorenzo, miembro de la comisión promonumento, expuso una síntesis biográfica del homenajeado y entregó el monumento a la ciudad en la persona de su alcalde y en presencia de su homónimo de Celanova, procediendo ambos a retirar las banderas que cubrían la estatua para ser bendecida. La ceremonia concluyó con la interpretación del himno gallego. Corresponde a esta estatua, tanto por su monumentalidad como por su tratamiento formal, ser el referente dentro de amplio muestrario iconográfico que Xosé Cid realizó del santo y que abarca también otros tipos de escultura. El cuarto homenaje que se le rinde a San Rosendo en la provincia es el de A Cela en Lovios. Se trata de un altorrelieve que Xosé Cid realiza aprovechando la propia configuración de dos rocas y aunque se trata de una obra sencilla, sin alardes, se aprecia la evolución de algunos rasgos del escultor.
Toda esta estatuamanía despertada a raíz del milenario de la muerte de San Rosendo no solo se debe ver como nuevas propuestas formales, sino también como una manera de actualizar los valores históricos y artísticos que tienen su máxima expresión en todo el legado que encierra el propio monasterio de la villa.