Monumento a Concepción Arenal
El día de la mujer trabajadora es una buena fecha para recordar a Concepción Arenal eminente penalista y gran defensora de los derechos de la mujer, la cual no dudo en asistir a la universidad vestida de hombre cuando no puedo hacerlo como mujer. Fue visitadora e inspectora de prisiones femeninas y autora de una amplia obra literaria en la que destacan temas sobre la cuestión obrera, la reforma penal o los derechos de la mujer.
En 1892, aún en vida de la escritora, desde el periódico orensano El Derecho dos periodistas, García Ferreiro y Nomdedeu Pardo, promueven la idea de erigirle una estatua. A esta propuesta contesta Concepción Arenal enviándoles una carta en la que entre otras cosas les dice:
“… las estatuas deben levantarse al genio, a la santidad o al heroísmo: yo no soy ni un genio, ni una heroína, ni una santa. Usted pensará que es modestia mía o falta de franqueza: yo le aseguro a usted que le hablo con toda sinceridad”.
No obstante en 1893 se constituye una comisión para erigir la estatua y se publican las bases del proyecto en las que se invita a la reina regente a que inicie la suscripción. También se invita a los ministros, a las Cortes, a diputaciones y a los ayuntamientos de Galicia, además de a las sociedades gallegas de América. El ayuntamiento de Ourense, después de una amplia discusión, acordó contribuir con tres mil pesetas.
Pronto aparecerán las polémicas y discrepancias como es habitual en este tipo de homenajes. En esta ocasión fue la desatada por Lamas Carvajal y García Ferreiro a través de los periódicos El Eco de Orense y El Derecho respectivamente. El primero acusa el segundo de manejar los fondos recaudados y considerarse dueño y señor del homenaje y la estatua. Ambos se enemistaron aunque al cabo del tiempo se reconcilian. El lugar de la ubicación también creo polémica en los plenos del ayuntamiento revindicando algunos la plaza Mayor.
En 1896, tal como establecen las bases, le corresponde a la Academia de Bellas Artes de San Fernando elegir el proyecto ganador entre los veinticuatro presentados. Por unanimidad se elige el presentado por el escultor segoviano Aniceto Marinas que con el paso de los años será un referente a nivel nacional como artífice de monumentos conmemorativos.
Al año siguiente la comisión promonumento pide al ayuntamiento:
“… que se digne concederle sitio para la colocación del monumento que hace perpetuar el glorioso recuerdo de la autora de El visitador del pobre, el cual monumento habrá de componerse de un pedestal de granito y mármol y de una estatua de bronce fundido, de cinco metros de altura aquel y de dos metros con sesenta centímetros éste, trazado el primero, por el artista orensano D. Ramón Parada Justel y modelada la segunda por el nomeado escultor D. Aniceto Marinas…”
En 1898 tiene lugar la inauguración que no tuvo la pompa deseada debido a la penosa situación por la que atravesaba España.
Los avatares del monumento no terminan ahí, pues, en 1968 en un pleno municipal el concejal de Parques y Jardines presenta una moción relacionada con:
“…con la conveniencia de trasladar la estatua de su actual emplazamiento al de la plaza que queda enfrente del Palacio de Justicia, abunda en que el lugar más indicado para el emplazamiento de este monumento será la amplia isleta existente delante del edificio próximo a inaugurarse ya que con ello, a más de dar un lugar destacado se conseguirá una ubicación acorde con tan ilustre y genial escritora dado el carácter de su obra en pro de la caridad hacia el penado”.
A partir de esta petición comienza un gran debate en la ciudad destacándose en la oposición al traslado Otero Pedrayo, cronista oficial en aquel momento. El escritor llega a anunciar que dejaría en blanco esta página del acontecer orensano:
“Como cronista, no registraré el traslado de la estatua de Concepción Arenal”. ”Se ha faltado al nervio de la tradición, que es el alma de la cultura”.
En general, en la prensa de aquellos días se recoge un descontento mayoritario por el cambio de lugar, resultando el peor parado por las críticas el edil De la Fuente, autor de la iniciativa, achacándole algún periódico su falta de sensibilidad hacia “nuestros queridos y viejos recuerdos” y “nuestros entrañables valores sentimentales” al hecho de “que ni siquiera es orensano”. A pesar de todo, el 4 de febrero de 1969, el mismo día en que se cumplían setenta y seis años del fallecimiento de la homenajeada, la estatua fue trasladada, a las dos de la madrugada, al nuevo emplazamiento en el que se encuentra actualmente.
El monumento a la escritora es el segundo que se erige en la ciudad ya que en 1887 se le había dedicado otro al Padre Feijóo. Aunque ambas obras están dentro de los parámetros del monumento conmemorativo del siglo XIX, la calidad de la estatua de Concepción Arenal es superior a la del benedictino, ya que posee un equilibrio compositivo y una delicadeza que la otra no tiene. También de todos los artistas que participaron en el concurso fue Marinas el que mejor supo captar su modestia y sencillez, presentándola con una bata y el manto caído perfectamente trabajado y con los símbolos alusivos a su quehacer discretamente colocados a sus pies.
Este monumento fue víctima del capricho municipal, que como hemos visto no dudó en mudarla de lugar setenta años después de haber sido erigida en la plaza del Obispo Cesáreo. El cambio descontextualizó la obra al pasar de un lugar recoleto a una isleta rodeada de un intenso tráfico que la aleja del viandante. Pero lo más grave e irreparable de semejante desatino ha sido la desaparición del pedestal original diseñado por el artista orensano Parada Justel, sustituido por uno nuevo carente de valor y que resta esbeltez y armonía al conjunto.
Todos estos desaciertos han hecho que el monumento perdiese el valor de cercanía y punto de referencia que tenía en su antiguo emplazamiento.