Castelao en piedra y bronce
Las propuestas de homenajear a Castelao suelen dar siempre en la diana de la aceptación, aunque luego, al margen del reconocimiento merecido, surjan en ocasiones discrepancias detrás de esa nostalgia por la figura del intelectual que delatan interés por satisfacer oportunismos políticos o de otra índole.
Alfonso Rodríguez Castelao (1986 – 1950) fue un intelectual polifacético, pero siempre identificado con el sentir profundo de Galicia y con una nítida visión de contemporaneidad. Vista la clara referencia que para Galicia representa el escritor, resulta comprensible la profusión de homenajes que se le rinden, llegando a ser en el apartado de la escultura pública el gallego al que más monumentos se le han dedicado dentro y fuera de Galicia, una veintena, superando a figuras tan señeras de nuestras letras como Rosalía de Castro o Curros Enríquez. Una explicación a ello la encontramos en que Castelao suma a su personalidad de escritor un reconocimiento popular, logrado a través de sus dibujos e ilustraciones y de un bagaje ideológico muy significativo en la Galicia del último siglo.
El catálogo de las esculturas públicas erigidas en su honor ofrece un amplio panorama de homenajes y artistas que dan lugar a múltiples interpretaciones de la iconografía y el mensaje del escritor, así como de las preocupaciones estéticas. Sin embargo, en un intento de precisar las aportaciones de estas esculturas desde un punto de vistas artístico, se puede afirmar que están dentro de los parámetros de las obras cuyo objetivo principal es homenajear. Esto implica supeditación a los recursos económicos de que se dispone y a la elección del escultor; sin olvidar el papel de los promotores. Consecuencia de todo ello es que muchas piezas alcanzan límites muy convencionales y otras, muy pocas, optan por una respuesta más crítica e innovadora.
Los emigrantes gallegos en Buenos Aires serán los primeros que, en 1971, le dedican en la gran urbe un pequeño y discreto monumento con su busto. En 1975 el Patronato de Cultura Gallega de Montevideo (Uruguay) también recurrirá al busto para rendirle un homenaje en Rianxo, su pueblo natal, con motivo del 25 aniversario de su fallecimiento. El artífice de la obra fue el escultor Escudero Couceiro, especialista en este tipo de encargos. Aquí, al igual que en otros bustos dedicados al intelectual, como el de Buenos Aires o Negreira (A Coruña), cae en unos cánones estéticos ya gastados y que exigían renovación. El acto del descubrimiento de la efigie, que correspondió a Otero Pedrayo, fue accidentado debido a las connotaciones políticas que lo rodearon.
En los años ochenta, con motivo de cumplirse en 1986 el primer centenario de su nacimiento, los homenajes se multiplican: Negreira, Redondela, O Barco de Valdeorras y A Coruña. Estos dos últimos optan por sendos monolitos de los que emerge la figura del escritor. En el primero el escultor Cochorro lo concibe desprovisto de cualquier rasgo identificativo ya que trató más de plasmar los ritmos que la figura en sí, según sus propias palabras. Mientras, Ferreiro Badía en A Coruña opta por un altorrelieve más figurativo. Vilar Lamelas esculpe en Redondela un monumento con un pedestal muy decorado con temas y figuras alusivas a la Galicia rural y marinera coronado por la figura del homenajeado. El talante tradicional de esta obra y las referencias a técnicas artesanales, suponen un contrapunto a lo que significa Castelao.
En la última década del siglo XX, coincidiendo con un cambio en la concepción de la escultura pública, se da una reformulación, como era de esperar, en la iconografía de Castelao. Será una autocaricatura de 1914, que conserva el Museo de Pontevedra, la que se convierte en el modelo a seguir a la hora de captar de manera fidedigna la singularidad del intelectual. Él mejor que nadie valiéndose de unos pocos trazos pero precisos supo construir su propia imagen: encorvamiento, traje negro, piernas largas, pajarita, cigarrillo, gafas redondas y sombrero. Esta imagen se ha convertido en un icono imprescindible para cualquier referencia que se haga al escritor.
Por esto, no sorprende que en Cerdeda el artista Francisco Ramírez opte por esta iconografía en el monumento A la autonomía. Así, lo concibe como si se tratase de una ilustración gigante (4m.) en la que se recorta en hierro la autocaricatura de Castelao, con un fondo de paisaje rural también de su inspiración.
Foise pero quedouse es un sencillo monumento que en el año 2006, con motivo de celebrarse el setenta y cinco aniversario de la Casa de Galicia en Guipúzcoa, es donado a la ciudad de San Sebastián. Tanto el material, granito de Pontevedra, como el autor, Vilaboa Barreiro y el homenajeado, Castelao, son gallegos. La elección de Castelao para esta conmemoración se entiende por la relación que siempre mantuvo con el nacionalismo vasco, al igual que con el catalán y que se plasmó en el exilio en la revista Galeuzca. Ya anteriormente la Fundación Sabino Arana había emulado su recuerdo en uno de los parques de Bilbao. Aquí en San Sebastián el escultor, con recursos muy ajustados, elige la representación de un mapa de Galicia sobre el cual aparece la autocaricatura de Castelao y un hueco de la misma, aludiendo al vacío que ha dejado a su muerte. Este vaciado se colocó a los pies del monumento.
Con la idea de acercar la escultura pública al ciudadano se comienza a prescindir de los pedestales. En 1983, Buciños moldeó un Castelao para Pontevedra que colocado sobre una pequeña roca parecía caminar contra el viento, encrespándose parte de su indumentaria. Hoy ha descendido del pedestal para resultar más cercano. Efecto que ya consigue plenamente el Castelao de Ourense del mismo escultor y con el que la ciudad quiso recordarlo en el cincuenta aniversario de su fallecimiento. Desprovista de todo ornamento es una de las mejores esculturas públicas del escritor.
Los grupos escultóricos que representan bien escenas de género, bien personajes ilustres en su vida cotidiana cumplen con las expectativas de humanizar los espacios urbanos, de acercar el arte a los viandantes y la de reclamo para la foto turística. La figura de Castelao está presente en A tertulia, obra en la que el escultor César Lombera, en una interpretación libre, da a conocer la tertulia del café Moderno de Pontevedra a la que acudían intelectuales de la talla de Cabanillas, Bóveda o el violinista Quiroga. Unos pocos años antes el polifacético e ilustrador Siro López ya se había tomado la libertad de sentarlo junto con Cunqueiro en los bancos de la plaza del Humor de A Coruña.
Al final del recorrido por este extenso catálogo de homenajes tenemos que reconocer que prevalece la mirada subjetiva del aprecio al intelectual galleguista y el lado cálido sobre el juicio a la obra del arte.