La imaginería barroca andaluza. Martínez Montañés 

 Cristo de la Clemencia. Martínez Montañés. 1605. Catedral de Sevilla

Martínez Montañés (1568-1649) es el máximo representante de la escuela andaluza, que tenía dos centros importantes: Sevilla con una escultura de gran tamaño y actitudes elegantes y Granada que tiende más al pequeño formato y al virtuosismo en la talla. Pertenece a la sevillana y es precisamente el escultor que va a consolidar su fama.

La obra de Montañés se caracteriza por la serenidad y el equilibrio que hereda del manierismo en el que se formó, a la que suma una gran exquisitez, todo ello reforzado por una cuidada policromía del pintor Francisco Pacheco

Los años centrales de su trayectoria son su etapa magistral, gran perfección técnica. Es el maestro escultor más acreditado de Sevilla, ejemplo más destacado el Cristo de los Cálices o de la Clemencia.

Sus temas iconográficos son los elegidos por el cliente, lógicamente siguiendo los dictámenes de Trento entre los que figuraba evitar lo insólito y lo provocativo y la eliminación de los desnudos en beneficio de los ropajes. Entre sus temas se cuentan los marianos, la Sagrada Familia, el Niño Jesús, arte procesional (más escaso), santos y retablos que responden a vastos programas en cuyo orden influye el deseo del cliente (santo tutelar). En lo que se refiere a los retablos Montañés tenía los títulos de maestro escultor y maestro ensamblador, este último para trazar y ejecutar la arquitectura de los retablos.

  Cristo de la Clemencia (Detalle). 1605. Catedral de Sevilla

El cristo de la Clemencia (o de los Cálices)

Se llama también de los Cálices por estar en la sacristía que lleva este nombre. Fue ejecutado en los primeros años de su actividad artística.

Fuentes:

  • la leyenda narra que Mateo Vázquez de la Seca pretendió dejar la canonjía y se inclinó a una vida desordenada. Un día se le apareció una frívola mujer que cuando se le mostró era un esqueleto. Ante este desengaño encargó este Cristo poniéndole unas condiciones al escultor: quería un Cristo persuasivo y en contacto con el devoto “Ha de estar vivo, antes de haber expirado, con la cabeza inclinada sobre el lado derecho, mirando a cualquier persona que estuviese orando a sus pies, como que está el mismo Cristo hablándole y como quejándose de que aquello que padece es por él”.
  • El crucificado tiene cuatro clavos siguiendo la descripción del Sta. Brígida  en sus “Revelaciones” o por influencia de  un modelo romano de un discípulo de Miguel Ángel del que aquí se hicieron varias copias pensando que eran del maestro

Características:

  • ternura y belleza clásica de formas
  • cuerpo suavemente modelado de gran virtuosismo, difícil de superar su perfección técnica
  • en el rostro expresión dialogante, penetrante, compasiva
  • se aleja de la exhibición sangrienta
  • corona de espinas natural (detalle muy barroco)
  • alargamiento casi manierista
  • se aleja del dramatismo de los castellanos
  • el suave modelado del cuerpo contrasta con el minucioso plegado del paño
  • el paño de pureza describe innumerables y menudos pliegues y su disposición en diagonal lo dota de un dinamismo muy especial
  • la policromía de Pacheco es el complemento perfecto

El escultor quedó muy satisfecho de que una obra de esta categoría quedase en Sevilla y no se fuese “para las Indias” como otras de sus obras.

 Inmaculada. Martínez Montañés. 1628. Capilla de los Alabastros (Sevilla)

La Inmaculada

Martínez Montañés /1628 / Capilla de los Alabastros (Sevilla)

Es una obra de los últimos años del escultor lo que confirma que mantuvo su maestría hasta el final.

La imagen ocupa el centro de un pequeño retablo y llevaba a los lados imágenes de san Juan Bautista, Niño, San Gregorio y relieves de san Joaquín etc.

La gran calidad de la imagen nos la confirma el hecho de que cuando Montañés enfermó y paró la obra el cliente le reclamó a lo que el artista le contestó que es que la quería hacer personalmente teniendo en cuenta el lugar al que iba destinada.

En el contrato se le exigía y así lo hizo:

  • que los ojos denoten humildad y modestia
  • hacerla con la mayor hermosura que se pudiera
  • alegría y que mueva a la devoción

De bulto redondo y tamaño natural:

  • la cabeza es lo más singular, “faz redondeada, mirada baja, ojos semicerrados, lo que le dio el nombre de la Cieguecita
  • manos ladeadas para equilibrar el movimiento de la cabeza en sentido contrario
  • telas con motivos vegetales estofados
  • a los pies la media luna y tres cabezas de querubines dan la solidez ya que amplían la base
  • contraste entre una suntuosidad celestial y una frescura natural

Estas esculturas exentas fueron las que dieron más fama al escultor, quizás porque se hallan más cerca de la sensibilidad del pueblo que los retablos que resultan más ampulosos.

 Bibliografía imprescindible para el tema de imaginería barroca en España: Martín González, J.J. Escultura Barroca en España (1600-1770). Ediciones Cátedra. 1983. Madrid

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