La imaginería barroca. La Pasión
Santo Entierro. Pedro Roldán. 1670. Hospital de la Caridad. Sevilla
El siglo XVII es el de mayor esplendor de la imaginería española. Los escultores, siempre en segundo lugar, después de los pintores, comienzan ahora a ser más valorados por la sociedad y más demandados por obispados, monasterios o cofradías penitenciales para participar en la renovación de retablos e imágenes que se está llevando a cabo.
En este siglo la temática religiosa va a estar en gran medida determinada por las normas del Concilio de Trento (1563) que, aunque imponen austeridad, nos siempre se entiende así.
Las nuevas imágenes no solo van a buscar la adoración por parte del fiel, sino también va a perseguir, conmover y activar la piedad y la oración. Para lograr esto va a contar con un nuevo estilo artístico, el Barroco, que en su vertiente religiosa se va a desarrollar bajo las ideas del Concilio de Trento, que en su última sesión aprueba instrucciones para la creación artística que se podían compendiar en la defensa de la sencillez, el realismo y el estímulo de la piedad.
Jesús del Gran Poder. Juan de Mena. 1620. Iglesia de Jesús. Sevilla
Un apartado especial dentro de esta escultura religiosa merece la procesional, que si bien todos los países católicos tienen santos para procesiones, España añade a estas, imágenes que demandaban las cofradías penitenciales que habían experimentado un gran auge después del Concilio de Trento. El referente de estas cofradías, de cara al devoto, van a ser las imágenes con las que procesionaran en Semana Santa.
La demanda de este tipo de obras se multiplicó, así que para atenderla muchos escultores importantes tenían taller propio.
Lo que más impresionaba y conmovía al fiel era el realismo, la sensación de que la imagen parecía tener vida. Para lograrlo, el artista completaba la talla en madera con otros materiales como resina para las lágrimas y el sudor, cristal para los ojos, cuerno para dientes y uñas, corona de espinas y cuerdas naturales.
Por último, el escultor contrataba un pintor de su confianza para que policromase la obra, ya que de él dependía en muchas ocasiones el éxito de la imagen.
La Oración en el Huerto. Salzillo. 1752. Museo Salzillo. Murcia
Dos escuelas van a marcar las pautas de la escultura religiosa Barroca en España, aunque ambas son realistas, cada una de ellas va a tener una personalidad propia que va a irradiar sobre otras regiones.
La escuela castellana con el centro en Valladolid y con el gallego Gregorio Fernández como figura relevante, se va a caracterizar por ser más dramática y austera. Mientras que la otra escuela, la andaluza, con su centro en Sevilla y con tradición ya heredada del siglo XVI, cuenta con varios escultores relevantes de los que sobresale Martínez Montañés.